Ante un verdadero boom que han experimentado las cifras de cirugía bariátrica en el mundo para el tratamiento de la obesidad, convirtiéndola en la primera cirugía electiva en Europa y con crecientes estadísticas en Chile, la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE) y su filial Asociación Chilena de Endoscopía Digestiva (ACHED) advierten de los riesgos asociados a las cirugías de bypass gástrico y gastrectomía en manga, además de las complicaciones gastrointestinales y nutricionales que conllevan.
Según cifras de la Sociedad Chilena de Cirugía Bariátrica y Metabólica, de las 8.000 cirugías bariátricas que se realizan al año en Chile, 64,6% corresponden a manga gástrica y 33,2% a bypass gástrico. El resto son básicamente procedimientos como balón intragástrico o la gastroplastía endoscópica. Según reporte publicado por Csendes, se observó un aumento del 87% del bypass gástrico y un 85% de la manga gástrica entre los años 2011 y 2016.
La obesidad es un problema de salud pública muy importante en occidente, alcanzando cifras que la ubican como una epidemia, y Chile es el segundo país del mundo con mayor prevalencia de obesidad en niños. Constituye una enfermedad con consecuencias en el largo plazo y se asocia a enfermedades como diabetes, hipertensión, trastorno metabólico y un mayor riesgo vascular.
Para el Dr. Rodrigo Muñoz, PhD, cirujano digestivo y director del Centro de Tratamiento de la Obesidad Red UC Christus, el énfasis está en la adecuada selección de los pacientes candidatos a este tipo de cirugía. Aclara que: “Para que los beneficios sean óptimos existen criterios y normas claramente establecidas, estando indicada para pacientes con un IMC superior a 40 (obesos mórbidos), IMC mayor a 35 asociado a enfermedades vinculadas a la obesidad como hipertensión, dislipidemia, hígado graso y esteatosis hepática; o bien personas con IMC entre 30 y 35, que aplica a casos específicos como diabéticos, que a pesar de estar en tratamiento, no logran controlar su enfermedad, o bien otras enfermedades de difícil manejo, de riesgo cardiovascular o osteoarticular severo”. Añade que parte importante de la intervención es que el paciente comprenda lo que significa su cambio de vida luego de operado, su necesidad de suplementación nutricional y su compromiso a mantener un seguimiento clínico riguroso. “Sabemos que eventualmente entre un 20-30% de los pacientes operados pueden recuperar parte del peso perdido, lo que ocurre fundamentalmente en pacientes que dejaron sus controles y abandonaron los cambios de hábitos incorporados. Por otro lado, la recuperación total del peso perdido es ocasional y ocurre en menos del 5 a 3% de los pacientes operados”, sostiene.
Para el Dr. Cristián Montenegro, presidente de la ACHED, explica que en aquellos pacientes que superan el 40 de IMC, índice de masa muscular, y son calificados como obesos mórbidos o súper obesos, la enfermedad reviste un cuadro de tal gravedad, que debe ser solucionado a la brevedad, justificando este tipo de cirugías; mientras que en las personas con obesidad (27 de IMC o más), el procedimiento más indicado es el balón gástrico o dispositivos similares, que permiten reducir en un 10 el peso en un plazo no mayor a 6 meses, de modo de facilitar la pérdida de peso e idealmente modificar los hábitos de vida en su transcurso. Asimismo, en muchos casos, intervenciones como el balón gástrico son utilizadas como “puente” para que el paciente obeso mórbido pierda peso y mejore su condición para enfrentarse a una cirugía bariátrica.
“La gran preocupación ante cirugías de este tipo es la reganancia de peso. Existe un porcentaje menor de pacientes que recuperan su peso inicial a los 5 años y lo que es más grave aún, dejan de controlarse. En la medida que un equipo multidisciplinario deja de seguir a sus pacientes, no es posible identificar las causas que subyacen en cada obeso, ya sea un problema de ansiedad o saciedad, y además no se controlan otras complicaciones gastrointestinales que conlleva modificar a permanencia la anatomía gástrica”, asegura Montenegro.
Para el Dr. Robinson González, presidente de la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE), este perfil de pacientes debe ingresar a un programa a cargo de un equipo multidisciplinario, con especialistas de las áreas de la cirugía, la gastroenterología, la endocrinología, la nutrición, la psicología y la psiquiatría. “Solo de este modo se puede planificar un proceso previo y exámenes apropiados para cada caso y un posterior control y seguimiento en los meses y años posteriores a la cirugía, ya que existen riesgos de complicaciones que derivan de este tipo de procedimientos, y que pueden ser reducidos significativamente bajo la mirada de un equipo con una mirada holística”, puntualiza.
El Dr. Montenegro asegura que dentro de los preparativos a la cirugía, debe hacerse una endoscopía para detectar alteraciones y erradicar la bacteria Helicobacter pylori con la intención de disminuir las tasas de cáncer gástrico en estos pacientes, de alta prevalencia en la población chilena y asintomática, y que también podría influir en la aparición de complicaciones o úlceras posterior a la cirugía.
Cristián Montenegro explica que cirugías como la manga gástrica disminuyen la capacidad del estómago, mientras que el bypass gástrico tendría un efecto metabólico en las hormonas que produce el estómago y contribuyen a controlar la glicemia y corregir enfermedades como la hipertensión y la resistencia a la insulina. En cambio, la gastroplastía y el balón intragástrico buscan reducir la capacidad gástrica y así proporcionar saciedad de forma anticipada. Otros procedimientos como el endobarrier, disminuyen la superficie de absorción y es un dispositivo que se ubica en el duodeno, aunque hoy es altamente cuestionado por complicaciones que desarrollan al adherirse fácilmente en las mucosas.
El Dr. Montenegro sostiene: “Este tipo de cirugías no son la panacea como muchos piensan. Se trata de procedimientos que suponen un riesgo e incluso mortalidad. La cirugía bariátrica no es inocua para el organismo”. Para el especialista, este tipo de cirugía representa el último recurso para corregir una condición de salud peligrosa para el organismo, como es el hígado graso o una cardiopatía coronaria, y por ende, es una decisión de un equipo multidisciplinario y debe comprometer un seguimiento a mediano y largo plazo, analizando diversas variables que determinarán la evaluación de estos pacientes en el mediano y largo plazo, así como también la aparición de complicaciones de evolución crónica.
Eliminar parte importante del estómago tiene consecuencias relevantes: disminuye la producción de ácidos gástricos, elimina la absorción de ciertos nutrientes como fierro, calcio, vitamina B12, y aumenta el riesgo de osteoporosis. Tanto los pacientes de bypass como de manga gástrica deben controlarse permanentemente para verificar un cambio de hábito y asegurar una condición nutricional adecuada.
La manga gástrica tiene la ventaja de ser una cirugía con menor tasa de complicaciones, no elimina todo el estómago y disminuye los riesgos asociados a este déficit de nutrientes en su absorción limitada. El bypass requiere un control aún más estricto, solo de ese modo se mantiene la eficacia.
Algunas de las complicaciones gastrointestinales más frecuentes de estas cirugías incluyen la aparición o exacerbación de una condición previa como el reflujo gastroesofágico, complicación que es más frecuente en la manga gástrica que en otros procedimientos bariátricos. Asimismo, la evidencia muestra problemas derivados del vaciamiento desde el estómago al intestino, lo que genera una condición denominada “dumping”, que involucra síntomas como sudoración excesiva y diarrea, mientras que los pacientes también pueden presentar mayor riesgo de úlceras y episodios de hemorragias digestivas, alteraciones de absorción de nutrientes, sobrecrecimiento bacteriano, distensión abdominal, anemia, osteoporosis e incluso alteraciones neurológicas.
“Entendemos que para los pacientes, la alternativa quirúrgica es una posibilidad atractiva, asegura una drástica baja de peso en un corto tiempo. Muchas veces para los pacientes es incluso la última alternativa, después de años de intentar otras opciones y tener resultados decepcionantes. Sin embargo, es importante recordar a los pacientes que una vez intervenidos, deben seguir en control, manteniendo los cambios de hábitos incorporados previo a la cirugía. Si piensan que se realizarán la cirugía para poder volver a sus viejos hábitos, están errados, volverán a subir de peso y sufrirán una nueva decepción, con la agravante que ahora han agregado a su vida los riesgos de las complicaciones asociados a la cirugía. Les pedimos a los pacientes que se dejen aconsejar por sus equipos multidisciplinarios, que su condición requiere una mirada integral, que deben mantener después de la cirugía los hábitos de vida saludable que incluyen alimentación y actividad física como aspectos vitales para una buena evolución, y por cierto mantener su control permanente con sus especialistas para evitar o reducir la posibilidad de las potenciales consecuencias que conlleva cada tipo de cirugía o dispositivo, tanto en el corto como en el largo plazo”, concluye el Dr. González.
Grupo DiarioSur, una plataforma informativa de Global Channel SPA. Powered by Global Channel