Con el terremoto del 22 de mayo de 1960 inmensos cerros chocaron unos contra otros en la zona al interior de la provincia de Valdivia, estos se vinieron abajo y formaron tres enormes tacos de barro y lado que obstaculizó el desagüe natural del lago Riñihue por el río San Pedro y el río Calle Calle. Enormes masas de tierra convertidas en lodo amenazaron con ser arrastradas con la presión del agua, arrasando con todos los poblados ribereños e incluso con la misma Valdivia. Un fenómeno similar fue relatado cinco siglos atrás por el cronista Pedro Mariño de Lovera cuando después del terremoto del 16 de diciembre de 1575 el sismo mató a 22 españoles y a más de 100 indios y posteriormente se desató un maremoto que hizo naufragar a varias embarcaciones.
En 1575, tras el terremoto, el lago Riñihue, que era conocido como Laguna de Anigua quedó tapado en su desembocadura por dos enormes tacos de barro que se derrumbaron sobre el río San Pedro, denominado como Delarme por las crónicas de Mariño de Lovera. El canal se cerró y no pudo pasar el agua, el río se secó y por un curso subió el agua con ímpetu, hasta que en abril de 1576 se desbordaron las aguas arrastrando todo a su paso hasta llegar a la naciente Valdivia en horas de la noche. Mariño de Lovera, que era corregidor de Valdivia en aquellos años, había dispuesto el traslado de los habitantes a zonas seguras.
Según las crónicas de la época la destrucción de Valdivia y de los poblados vecinos fue completa. El mismo Mariño de Lobera cuenta en su libro “Crónica del Reino de Chile” que “las mismas casas eran sacadas de sus sitios y llevadas por la fuerza del agua. Por ir muchas de ellas enteras como navíos, iban navegando como si lo fueran. Lo que ponía más lástima a los españoles era ver a muchos indios que venían por el río encima de sus casas, y corrían a dar consigo a la mar, aunque algunos se echaban a nado y subían a la ciudad como mejor podían. Algunos indios que iban a nado, muchos morían en el camino topándose en los troncos de los árboles y enredándose en sus ramas”.
Después de tres días bajó el nivel de las aguas dejando a toda una gran zona arrasada. Las crónicas hablan de 20 españoles muertos consignados por el gobernador de Chile Horacio de Quiroga, pero la mayor mortandad fue entre los pueblos originarios de la región. Se señala que al menos 1.200 personas de asentamientos indígenas murieron.
SE REPITE LA HISTORIA
En 1960 la historia estuvo a punto de repetirse, pero se contaba con la tecnología para lidiar contra el lodo. Esa vez fueron tres grandes tacos los que taparon el embalse natural del Riñihue. El primer embalse tenía 350 metros de largo y 300 metros de ancho, el segundo tenía 700 metros de largo y 500 metros de ancho y el tercero y más peligroso tenía 2 kms. de largo y 1 km. de ancho. Así las aguas del Riñihue comenzaron a subir hasta 30 cms. por día.
La noticia de los tacos fue confirmada a pocos días del terremoto por el diario El Correo de Valdivia. También en una información muy posterior del diario La Tercera se indicó que el vicepresidente de Corfo de aquel entonces, Pierre Lehmann, fue advertido en Santiago de lo que ocurría tras un encuentro casual con el abogado Julio Philippi. Éste le habría manifestado lo que estaba ocurriendo con el desagüe del Riñihue por agricultores de la zona que vieron con sus propios ojos la formación de los tacos que taparon el normal cauce del río San Pedro.
Cuando se dio la alarma de lo que estaba ocurriendo al interior de Valdivia, el Ejército intentó dinamitar los tacos, pero a poco andar se dieron cuenta que dicha acción sería infructuosa. Técnicos y obreros de Endesa y Corfo fueron con palas mecánicas a atacar la tierra acuosa y fue el ingeniero Raúl Sáez, gerente general de Endesa, el encargado de llevar a cabo el trabajo junto a otros profesionales como Edgardo Palma y Alberto Bennet, quienes guiaron a un gran grupo de obreros.
En los dos primeros tacos no hubo problemas, pero en el tercer taco –el más grande de todos- las palas mecánicas empezaron quedar atrapadas en el lodazal de tal manera que se perdía más tiempo en desembancar las palas del lodo que en aparejar el canal por donde debía pasar el agua. Fue entonces que se tomó la decisión de abrir los canales a mano y con el tiempo en contra, pues la presión el agua cada vez era mayor. El esfuerzo humano que se desplegó fue enorme e incluso costó la vida de un obrero.
El taco 3 se había formado por la caída de una antigua quebrada de arena y para evitar el derrumbe del canal se le protegió con una barrera de bidones amarrados a una cadena. Después se confeccionó una estructura enmaderada para proteger el derrumbe del canal hecho a golpes de pala y picota.
Cuando las aguas empezaron a pasar por el cauce artificial se quitó el enmaderado y con mangueras de presión se trató de ensancharlo más. Después se le arrojó tierra para que con la presión del agua el cauce se fuera armando solo. Si había zonas con resistencia se las volaba con dinamita, así comenzaron los grandes derrumbes a medida que pasaba la gran ola. Las aguas al abrirse a las vegas perdían fuerza de tal forma que no se produjo la gran ola de 15 metros que algunos pronosticaban, pero sí se inundaron los pueblos, de hecho en Riñihue el agua cubrió el primer piso de las casas, previo a la evacuación oportuna de los habitantes.
Según el documental “La Respuesta” del historiador Leopoldo Castedo, que relató los hechos previos y posteriores al “Riñihuazo”, el ingeniero Raúl Sáez, al ver los grandes derrumbes de las laderas del taco exclamó “¡es como si contempláramos la transformación del mundo!”.
ANGUSTIA
Valdivia, Los Lagos, Antilhue, Huellelhue y los poblados aledaños al río San Pedro vivieron meses llenos de angustia, mientras esperaban la llegada de las aguas, fenómeno que ya se le nombraba como “Riñihuazo”. El jefe de plaza, general Alfonso Cañas, debió desmentir a la prensa acerca de las terribles consecuencias que algunos especulaban que iba a ocurrir. Tanta era la angustia que aumentaba la desazón y terror entre los valdivianos.
Muchas veces se anunciaba la llegaba del cauce para un día, después para otro, pero nunca ocurría y la paciencia se agotaba entre la gente. Era como vivir el “cuento del Lobo”. Por fin las aguas fueron liberadas el 24 de julio e irrumpieron en la ciudad el 26 de julio de 1960, casi dos meses después del terremoto.
En Los Lagos la altura de las aguas alcanzó los 6.80 metros, en Antilhue 5.80 metros y en Huellelhue 5.15 metros. En el barrio Collico de Valdivia la altura alcanzó los 80 centímetros.
Desde el río se veía cómo eran arrastradas desde ramas de árboles venidas de quién sabe dónde hasta casas completas. Una de esas casas fue la caseta de botes del Club de Remeros Centenario.
Si bien hubo daños cuantiosos en barrios como Collico, Barrios Bajos y población Ferroviaria, además de las comunas vecinas, el “Riñihuazo” no llegó a convertirse en la amenazadora ola de lodo que destruiría toda vida en caso de no haberse hecho la epopeya de los tacos del Riñihue.
EL HÉROE OLVIDADO
El responsable de dirigir las obras en los tacos del Riñihue y de salvar a Valdivia de una gran avalancha fue el ingeniero santiaguino Raúl Sáez Sáez. Este hombre estuvo dos meses en la precordillera valdiviana junto a 450 obreros de Endesa, batallando contra el lodo y el pésimo clima invernal.
Raúl Sáez era ingeniero civil titulado en la Universidad de Chile y en 1992 se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas por su extensa participación en el desarrollo tecnológico y modernización del país, manifestada en su contribución a la creación de un gran número de empresas del sector químico, electrónico y de telecomunicaciones.
En octubre de 1974 el destacado ingeniero, a la fecha Ministro de Coordinación Económica del Gobierno de Chile, propuso a la International Telephone and Telegraph Corporation (ITT) la creación conjunta de una entidad dedicada a la investigación científica y tecnológica y a la transferencia de tecnología, como parte de un acuerdo de transacción.
Como fruto de este acuerdo fue creada en agosto de 1976 una corporación privada, sin fines de lucro, a través de una escritura pública que estableció sus estatutos. Estos fueron sancionados luego por un Decreto Ley del Gobierno de Chile. Ese fue el inicio de la Fundación Chile.
En 1960, en torno al trabajo de los tacos, Sáez trabajó en forma coordinada con las Fuerzas Armadas y la Fuerza Aérea, sobre todo con estos últimos, quienes eran los que velaban el crecimiento de las aguas desde el aire e informaban los efectos del “Riñihuazo” sobre la población.
Raúl Sáez falleció en 1992 y es el héroe olvidado de la epopeya donde una masa informe de lodo fue domada por la fuerza de voluntad de otra gran masa, la humana.
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