En el lapso de las últimas semanas, el aumento del bullying y violencia al interior de colegios y liceos ha copado buena parte de la agenda informativa.
Si bien, al inicio el fenómeno se acotaba a algunos videos de peleas escolares que circularon por redes sociales, con el correr del mes de marzo, estos registros se volvieron más y más recurrentes, hasta convertirse en un tema tratado ampliamente por medios de comunicación, académicos y autoridades políticas.
Tan alto escaló esta situación que el Gobierno, a través del Ministerio de Educación, se vio obligado a tomar medidas urgentes como la flexibilización de la jornada escolar y la presentación de una estrategia de bienestar y convivencia.
¿Pero qué factores han incidido en este súbito fenómeno? ¿Hubo un aumento real en este tipo de casos o es sólo una mayor exposición de estos hechos gracias a las cámaras de los celulares?
De acuerdo con cifras entregadas por la Superintendencia de Educación, el aumento de conflictos violentos entre escolares es irrefutable.
El 35% de las denuncias que han ingresado a nivel nacional entre el 1 de enero y el 29 de marzo de este año están relacionadas con maltrato a estudiantes. De ellas, la mayoría se concentra en el maltrato físico y psicológico entre alumnos, cifra que aumentó un 38% con respecto al promedio del mismo periodo 2018-2019, es decir, prepandemia.
En este contexto, la tecnología también ha sido otro factor a considerar, dado que el 18% de las denuncias que han ingresado a la Superintendencia por maltrato físico y psicológico entre estudiantes tiene relación con ciberacoso.
Con respecto al aumento de la violencia escolar a nivel regional es más difícil entregar información precisa.
“Una cifra exacta creo que sería difícil de definir, sin embargo, si revisamos las noticias de estas últimas semanas podríamos identificar que se han levantado distintos focos de violencia en diferentes establecimientos educacionales, lo que nos hace pensar que en este momento estamos frente a un alza de este fenómeno a nivel regional”, señaló a Diario de Valdivia la psicóloga escolar Geraldine Muñoz.
Para profesores y educadores la principal causa de este tipo de conductas radica en el largo periodo de tiempo en que los estudiantes vieron interrumpida su asistencia a clases, junto con la falta de charlas preventivas y sensibilizadoras para el regreso a las aulas.
“El encierro hizo que los estudiantes se guarden mucho las emociones, existe una falta de interacción y habilidades sociales, como la empatía y relacionarse con otro. No existió educación emocional durante la pandemia y se perdió el vínculo que los estudiantes tenían con sus padres”, explica Catherin Meier, educadora diferencial del Instituto Gracia y Paz de Valdivia y parte del Programa de Integración Escolar.
“Creo que antes de haber comenzado el ciclo escolar, se debió haber hecho un proceso de sensibilización, a través de charlas y actividades para los estudiantes”, agrega.
Por parte, y luego de la balacera registrada en el exterior del Instituto Inmaculada Concepción, Geraldine Gómez, psicóloga de la institución, agrega:
“Es complejo enseñar del respeto, la sana convivencia escolar, o la resolución pacífica de conflictos, si fuera de las puertas de un colegio estamos observando un nivel de violencia muy alto, donde incluso es válido atentar contra la vida del otro para resolver un asunto”.
Teniendo en cuenta que las cifras demuestran que el aumento de la violencia al interior de los establecimientos educacionales a lo largo del país es una realidad, el Ministerio de Educación lanzó esta semana una estrategia de bienestar y convivencia.
Dicho plan apunta principalmente a la entrega de recursos pedagógicos para apoyar a las comunidades educativas, acciones de intervención directa para apoyar a liceos y escuelas con casos críticos y la creación de un Consejo Asesor para la Convivencia y la No Violencia que reúne a 13 expertos en salud mental, bienestar y convivencia.
“Me parece, al menos, una buena propuesta de estrategia porque se realizará un análisis más profundo. El problema es que no es una estrategia preventiva, pues, las clases ya comenzaron y la violencia con ellas.
"Estas estrategias tuvieron que haber sido abordadas desde el gobierno anterior”, expresa Meier, quien actualmente trabaja con primeros y segundos medios.
Si hay algo en lo que coinciden los especialistas, es que estos hechos de violencia son el resultado de un fenómeno mucho más complejo que una simple ola de agresividad y que, por tanto, debe ser tratado a largo plazo y de manera transdisciplinaria.
“Cuando los estudiantes más conflictivos vean que la comunidad los comprende y se preocupa por el bienestar de ellos, creo que podrían comenzar a apaciguarse", asegura Meier.
"Los estudiantes necesitan actualmente comprensión y apoyo emocional, ya que, generalmente, los estudiantes agresivos son los más juzgados y segregados”, concluye la representante del Programa de Integración Escolar.
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